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LA CENSURA ES UN CRIMEN

Publicado: 2012-10-20

...El afán de censurar la palabra y las ideas ajenas es sin duda uno de los males mayores de la sociedad peruana. Negar la posibilidad de los demás de reflexionar públicamente sobre el mundo, sobre nuestro mundo, es un acto tan violento como abolir a la persona misma.Negarle a alguien la posibilidad de intervenir en la vida pública del país a través de opiniones, ideas, elaboraciones, productos artísticos o culturales o la toma de posiciones políticas legítimas es negar a las víctimas de esa censura su posición más elemental en la sociedad: su lugar como ciudadanos.No hay ningún tema público sobre el cual una persona no pueda opinar ni hay tema alguno sobre el cual un artista, un escritor, un intelectual o un ciudadano común y corriente no pueda elaborar su propia mirada, construir su propia explicación o formular sus propias preguntas.En sólo un par de días, en Lima, ha habido dos casos bochornosos, arbitrarios y autoritarios de censura. Por un lado, un crítico respetable y prestigioso que lleva décadas promoviendo la producción artística peruana, Luis Lama, ha sido echado de su cargo en la secretaría cultural de la Municipalidad de Miraflores porque unos centenares de vecinos del distrito, tras enterarse de que en la galería municipal había una muestra de la escultora Cristina Planas y que en esa muestra confluían elementos religiosos del imaginario cristiano con una reflexión sobre la violencia política peruana, suscribieron una carta irresponsable, altanera e ignorante en la que se acusaba a la artista, falsamente, de burlarse de su fe.Al día siguiente, el Ministerio de Justicia atacó y destruyó una muestra montada en Villa El Salvador bajo la curaduría de Karen Bernedo, en la que se exhibían obras de diversos artistas nacionales relativas, también, a la violencia política. Entre los censurados se encuentran varios artistas gráficos que están entre quienes más duros e incluso demoledores han sido en sus críticas a Sendero Luminoso y también a la violencia criminal ejercida desde el Estado en aquellos años: Juan Acevedo, Jesús Cossío, Álvaro Portales, por ejemplo.Villa El Salvador y Miraflores, escenarios de algunos de los episodios más traumáticos de aquellos años, no merecen seguir siendo objeto de atentados que ya no destruyen sus edificios ni asesinan a sus vecinos pero que sí intentan aniquilar el derecho ciudadano a la reflexión y a la memoria.Hace unas semanas, Cristina Planas me contactó para saber si podía colaborar con algunos textos para el catálogo de su exhibición. Cristina, como se sabe, es una de las más destacadas y originales artistas plásticas de las últimas generaciones en el Perú, y se toma una cosa de estas con enorme seriedad. No pude aceptar su invitación, pero me entero ahora de que los autores de los textos fueron personas seguramente más adecuadas que yo: Gonzalo Portocarrero, uno de los académicos peruanos que más lúcidamente ha estudiado el fenómeno senderista, y el padre Joaquín García, teólogo y sacerdote católico.Se preguntarán por qué personas como Portocarrero y el padre García aceptan participar en una muestra que, según mil vecinos de Miraflores, es una afrenta contra la fe católica. La respuesta es muy sencilla: porque no es ninguna afrenta contra la fe católica y porque sí es una de esas cosas raras que en el Perú son tan escasas que cuando aparecen muchos no saben reconocerlas: una reflexión real, desde dentro del crisitanismo, sobre la relación entre la fe y la devastación, entre el misticismo, la desaparición del sujeto en la sociedad y la desaparición real de seres humanos de carne y hueso en nuestra sociedad.Daniel Salas lo ha escrito con mucha claridad:

"Fui a la exposición Así sea, de Cristina Planas. No hay nada que objetar. No es ni sacrílego, ni blasfemo ni grotesco. El sentido de las esculturas no pasa por ninguna burla ni al cristianismo ni a los santos. Se trata de una reflexión mística sobre la muerte bastante relacionada con San Juan de la Cruz y Santa Teresa. Los cuerpos de los santos son los cuerpos extraviados de los muertos por la violencia. La misma artista aparece en bustos desnudos que representan reflejos de los cuatro jinetes del apocalipsis. Es una visión de la historia peruana reciente a la luz del examen del sufrimiento físico y la destrucción del cuerpo. Quien entiende la mística sabe que tiene que ver todo con el cuerpo y la experiencia física del dolor y de la plenitud. Como explicaba Michel de Certeau, la pregunta del místico es dónde está el cuerpo de Cristo, la misma pregunta de las mujeres que no hallaron su cadáver al tercer día".
Y la misma pregunta de tantos peruanos que no hallaron a los suyos nunca más. Cristina Planas le da forma a esa desesperación ante las tinieblas. Pero hay, lamentablemente, pésimos "católicos" que prefieren las tinieblas, como hay pésimos gobernantes que prefieren la amnesia.Si quieren protestar contra estos dos actos de censura, PUEDEN FIRMAR AQUÍ. (Ya hay 620 firmantes y 950 recomendaciones en Facebook, apenas cinco horas después de que empezamos a pedir firmas)....


Escrito por

gustavofaveron

Gustavo Faverón Patriau (Perú). Estudié literatura y lingüística en la Universidad Católica del Perú y una maestría y un PhD en literaturas hispanas en Cornell University. He sido profesor en la Universidad Cayetano Heredia, Stanford University, Middlebury Col


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Gustavo Faverón

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