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Un femicidio en dos episodios y la moral de la TV

Publicado: 2012-09-24

...Cuando pasan cosas como la muerte de Ruth Thalía Sayas y los medios de comunicaciones reaccionan de la manera en que ha reaccionado, en este caso, la televisión peruana, queda clara la fragilidad moral de su negocio.Como negocio, lo que la televisión vende es influencia. Todos los canales de televisión lucran a partir de la verdad conocida de que la televisión tiene un impacto en las costumbres, las decisiones y las ideas de los televidentes.Más claramente: los 365 días del año, cada año, el objetivo crucial de las gerencias generales de cada canal de televisión comercial en el mundo es convencer a todos los posibles anunciadores de que ese canal es un extraordinario instrumento de influencia. Cada persona que funda o dirige un canal, tiene ese mismo objetivo explícito. Todo lo demás gira al rededor de él.Las ventas de avisos, quién captura la atención de los jóvenes, quién a la clase media, quién consigue el rating más alto, qué noticiario de la noche tiene mayor credibilidad, qué programa dominical gana más prestigio: todo está dirigido a una sola cosa: convencer a unos cuantos de que se tiene el poder de convencer a todos los demás.Y sin embargo...Apenas alguien critica los contenidos de la televisión, la defensa instantánea de los canales es: el público no está obligado a vernos; cada quien tiene criterio propio; nosotros solo llevamos entretenimiento, no promovemos conductas ni maneras de ver el mundo.Puestos ante la sospecha de que sus contenidos puedan propiciar conductas inmorales e incluso delictivas, los canales de televisión responden, como ha respondido Frecuencia Latina: ¡Imposible! ¿Qué culpa puede tener en un crimen un simple programa de televisión?En el caso de Beto Ortiz y Frecuencia Latina, ¿a quién le encarga la gerencia del canal que salga en pantallas a hacer ese descargo? ¿Quién es el defensor que sale a blindar a Ortiz y a decir que los canales de televisión no influyen sobre el mundo real?Es Nicolás Lúcar, uno de los más visibles instrumentos que utilizaron Fujimori y Montesinos para transformar a la televisión peruana en la más destructiva máquina productora de mentiras que haya existido en la historia del Perú. Él es quien viene a decirnos que la televisión es incapaz de influir en la moral de una sociedad y la conducta de sus miembros.Y mientras ese monigote hace eso, el otro monigote, el monigote egomaniaco que el día domingo publicó una columna vanagloriándose de haber sido elegido, según sus propias palabras, "el periodista más influyente del país", por la mañana del lunes pone su mejor cara de inimputable y pregunta, con su descaro habitual, qué cómo lo van a acusar a él de tener siquiera la más mínima capacidad de influir en nada ni en nadie.Beto Ortiz ha usado su programa para, a lo largo de tres meses, repetir una y otra vez que las mujeres son seres capaces de cualquier vileza y demostrar que se las puede humillar en público y comprar y vender a voluntad, adueñarse de su intimidad y rebajarlas a arrastrarse por plata frente a un país entero. Y luego ha venido Bryan Romero y ha mostrado que también se las puede asesinar por esa misma plata o por esa misma intimidad, y arrojar sus cadáveres a un hueco: ¿la televisión no tiene nada que ver con el femicidio? Quisiera saber si Beto Ortiz es capaz de decir esa estupidez conectado a un polígrafo....


Escrito por

gustavofaveron

Gustavo Faverón Patriau (Perú). Estudié literatura y lingüística en la Universidad Católica del Perú y una maestría y un PhD en literaturas hispanas en Cornell University. He sido profesor en la Universidad Cayetano Heredia, Stanford University, Middlebury Col


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Gustavo Faverón

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