#ElPerúQueQueremos

Entre dos fantasías

Publicado: 2012-09-07

... Hay dos cosas en el Perú que son más antipáticas que cualquier otra. Una es César Hildebrandt, pero eso resulta obvio y sobran las explicaciones. La otra son esos amigos nuestros a los que no les gusta o no les interesa el fútbol pero que disfrutan de malograrnos el ánimo a los demás y nos repiten cuán mal le suele ir a la selección, cuán opaco es el campeonato nacional, qué pobres son nuestros clubes, cuán triste es ser un hincha de fútbol en el Perú. Y lo repiten y lo repiten, como si uno no se diera cuenta por sí mismo.Uno sí se da cuenta. Hace treinta años que no vamos a un mundial: nos damos cuenta. En una generación pasamos de celebrar el ser campeones sudamericanos a celebrar cuando arañamos un tercer puesto, e incluso eso es excepcional. En ese mismo lapso, descendimos de la expectativa de ganar de visitantes a la expectativa de salvar puntos de local. Nos damos cuenta.Antes sumábamos y restábamos para ver si uno de los nuestros sería el goleador de la eliminatoria; ahora, el goleador de la eliminatoria es siempre un extranjero que hizo más goles que todos los nuestros juntos. Nos damos cuenta: desde que César Cueto se retiró, es imposible pensar que un futbolista peruano sea el símbolo de nuestra alegría, salvo si se trata de una alegría pasajera, momentánea, de una sola noche, que se borra cuatro días después.Claro que nos damos cuenta. Y después se acerca otro partido y soñamos que podemos ganarlo y, por lo tanto, nos convertimos, según parece, en seres risibles, tontos, ilusos, despistados. Yo, sinceramente, no entiendo por qué la actitud del hincha ilusionado resulta tan criticable o ridiculizable.Hay muy pocos campos de nuestra vida colectiva en la que sigamos abrigando la sensación de que, no importa cuántas veces hayamos perdido, la próxima vez podemos ganar. El fútbol es uno. Me cuesta trabajo pensar en otro ejemplo, pero asumo que ha de existir.Hay otros campos en que somos derrotados circular y repetidamente, sin cesar. Como la política, por ejemplo. Y en ese terreno hemos asumido la actitud cínica de los “realistas”: toda elección será siempre una derrota, infinitamente, toda ilusión es estúpida, toda alegría es falsa, toda expectativa es digna de burla. ¿Eso nos hace mejores?No, eso solo nos vuelve conformistas y desganados, sin horizonte, dispuestos a regalar nuestro futuro a cualquiera, porque, al fin y al cabo, nada nunca será diferente, ninguna estrategia será victoriosa, ninguna encrucijada tendrá un final feliz. Salvo, claro está, el pragmatismo absoluto, en el que todo logro se pueda medir en dinero. Y así va nuestra política, como la ven, a la deriva, sin esperanzas y sin ilusiones. Y el país, convertido en una marca, cada vez es menos un país.¿Cómo sería si pensáramos que, no importa cuántas veces hayamos fallado en el pasado remoto, en el pasado cercano y en el presente, la próxima vez tendremos la oportunidad de hacerlo bien? ¿Es tan irrevocablemente malo mantener un poco la ilusión?No, pues. La fantasía de que un día de estos todo puede funcionar no es de ninguna manera peor que la negra fantasía de que nada nunca va a funcionar. Y si me dan a elegir entre ambas, elijo la primera. No importa si me dicen que entre los candidatos de las próximas elecciones estarán Alan García y Keiko Fujimori, y no importa tampoco si hoy nos gana Venezuela. Yo voy a seguir haciendo barra. Llámenme iluso. Es mejor que ser siempre un desilusionado. Se los pondré de esta manera: yo soy hincha del Boys. Nadie me obliga. El Boys sólo ha campeonado una vez durante mi vida y fue hace mucho. Y ahora está muy cerca de perder la cateogoría por tercera vez. Si ser hincha de la selección peruana es iluso, ser hincha del Boys es demente. Pero uno tiene derecho a soñar que para todo problema existe una solución en el futuro, incluso si nada en el presente parece anunciarlo....


Escrito por

gustavofaveron

Gustavo Faverón Patriau (Perú). Estudié literatura y lingüística en la Universidad Católica del Perú y una maestría y un PhD en literaturas hispanas en Cornell University. He sido profesor en la Universidad Cayetano Heredia, Stanford University, Middlebury Col


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Gustavo Faverón

Lo que me jode y lo que me gusta en la literatura y en la vida